
No busques lo que ya tienes
Este fin de semana aprendí una gran lección. Una que pensaba que ya sabía, pero en realidad no la había visto tan clara como la vi esta vez.
¿Qué es lo que buscamos cuando afirmamos? ¿Cada vez que declaras una meta? ¿Cuándo trabajas con volver a creer en quien eres (tu SER o esencia)?
En reclamar lo que ya vive en ti. Lo que ya eres. Lo que nunca has perdido. Por ende, no tienes que buscarlo. Sino volver a conectar con lo que ya está ahí y honrarlo, escucharlo, respetarlo y dejar que se manifieste.
Tu abundancia. Tu prosperidad. Tu fuente inagotable de sueños, de creatividad, de ideas, de posibilidades, de capacidad, de lo que está conectado con la fuente de vida que le da vida a todo.
Suena simple. Algunos dirán que es una ilusión. Que no es cierto.
Ponlo a prueba.
¿Qué tenemos en común todos los seres humanos? Fuimos niños una vez. ¿Que hacen todos los niños? Sueñan, declaran, imaginan, afirman y manifiestan.
Creen en su palabra. En su poder de manifestación, de creación y de imaginación. No es hasta que los que lo rodean se la matan (o estimulan en algunos casos) que el niño deja de creer en ella.
Por eso la mayoría de la gente busca y mira fuera. Adentro creen que no vale la pena mirar, mucho menos buscar. Ha caído en el auto engaño que lo que está dentro no vale, no es suficiente, no es capaz, no es meritorio o simplemente no compara con lo que está fuera.
Y ahí comienza la inagotable, la interminable, la agotadora, la frustrante, la impotente o la desconfiada búsqueda. La que todos quieren decirte cómo hacerla, cuándo hacerla, en donde hacerla o cuestionarte porqué hacerla. ¿Porqué escuchar el que dejo de buscar para decirte donde debes buscar?
Lo que buscas está ahí. Cerca de ti. Esperando por ti. No tiene que ser esta búsqueda interminable o agotadora. Puede ser una revelación, un descubrimiento, una aceptación, un reconocimiento.
Que la abundancia vive en ti.
Que la prosperidad espera por ti.
Que ya la tienes.
Que la mereces.
Que eres suficiente.
Que eres capaz.
Que no tienes que competir, convencer o persuadir a nadie.
Solo reclamarla. Es más, tal vez decirte a ti mismo: “lo supe todo el tiempo. ¿Cómo pude olvidarme de ti? Perdóname. Lo siento. Te amo. Gracias. Y comenzar a usarla para quien quieres ser en el mundo y contribuir con ella. Apoyar a otros a que dejen de buscar y simplemente miren donde dejaron de mirar.
En su interior. Donde siempre ha estado. La fuerza que te hizo nunca va a dejarte sin la pieza más importante para que seas quien viniste a ser a este mundo. Tu abundancia interna y capacidad de manifestar tu prosperidad. Solo requieres creer en ella.
¿Qué vas a hacer al respecto?
