
Eres guardián de un tesoro
Si supieras que uno de tus más preciados bienes está en peligro, ¿qué harías? Protegerlo o cuidarlo sería la respuesta más inmediata. Pero, ¿qué pasa si cuidar ese bien implica cambiar muchas cosas que no estás dispuesto a hacer o crees que lo que haces no afecta ese bien? Ahí hay un problema que puede tener serias implicaciones.
Ese bien se llama tu mente. Y ese bien está expuesto a muchas cosas que atentan contra su bienestar, su funcionamiento y su máximo poder o eficacia. ¿Qué harías si hoy te dijeran que eres guardián de tu mente? ¿Cómo cuidarías ese tesoro si te comprobaran que muchas cosas que haces hoy no aportan a su bienestar?
Imagínate por un momento que eres guardián de un tesoro. Dentro de una estructura está protegido un tesoro de incalculable valor y tu eres la persona que vas a cuidar del mismo. ¿Qué harías para proteger la integridad, la calidad, el alcance, el impacto, el bienestar y la duración de este tesoro?
La mente es directamente implantada por tres cosas: lo que ya esta en ella, lo que permites que entre en ella y la manera en que la entrenas para hacer las dos anteriores de manera eficiente. Recuerda, tu eres el guardián, nadie más tiene esta responsabilidad.
¿Cómo vas a cuidar de tu mente de lo que ya está en ella? Se ha comprobado que la nuestros pensamientos pueden elevarnos o pueden destruirnos. Muchos de nuestros pensamientos han llegado a nuestra mente por viejas programaciones que cargamos desde niños. Eso requiere un detox, una limpieza y un depuramiento constante.
¿Qué permites que entre (y se reproduzca) en tu mente todos los días? Esta es crítica y crucial. Creemos que con pensar «estoy de acuerdo o no estoy de acuerdo», «lo creo o no lo creo», «lo digo o no lo digo», «me gusta o no me gusta», «lo veo o lo ignoro» es suficiente. ¿Cuánto tiempo inviertes viendo tus dispositivos o lo que pasa en internet? ¿Cuántas cosas ves y no monitores el impacto que tiene en tu mente o en tu manera de pensar o comportarte? ¿Cuántas cosas tendrías que dejar de ver, reducir la cantidad de lo que haces o cómo y cuándo lo haces por la manera en que impacta tu nivel de energía, tus emociones o tu nivel de conexión contigo mismo y con el mundo?
¿Cómo vas a entrenar a tu mente para hacer las dos anteriores de manera eficiente? Haciendo cambios. Algunos simples, otros masivos. Cambios que van desde reducir tu tiempo frente a los dispositivos electrónicos hasta eliminar personas de tus redes sociales. Otros cambios van a ser eliminar o monitorear lo que lees, lo que ves y lo que escuchas y cambiarlo por otras cosas o tener claro los momentos y las horas en que lo haces. Tener tiempos de silencio, de conexión con la naturaleza. Desarrollar hábitos y pasatiempos que te lleven a expandir tu mente y su alcance.
Hoy más que nunca, el tesoro de tu mente esta sumamente expuesto. En el pasado se hablaba se medir tu inteligencia, hoy es desarrollar tu agilidad y la expansión de tu mente. Llenarla de información no es la respuesta. Llenarla de memes o de virus mentales tampoco. Es cómo la limpias, cómo la depuras, cómo la clarificas y cómo la llevas a ser un músculo fuerte, no uno reactivo o primitivo. ¿Qué vas hacer al respecto?
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